El presidente ruso, Vladimir Putin, rechazó ayer cualquier
injerencia externa en el proceso electoral yugoslavo, pero ofreció
a Belgrado la mediación de Rusia. Mientras, la comisión electoral
rechazaba la impugnación presentada por la oposición y mantiene la
segunda vuelta electoral.
El jefe del Estado ruso rompió su silencio sobre la crisis
yugoslava y dejó las cosas claras al afirmar que su país sigue
teniendo un papel que jugar en la política europea y con más razón
en el caso de un tradicional aliado como es Yugoslavia. «La
posición de Rusia es clara: sólo el pueblo yugoslavo, sólo él
mismo, sin la injerencia de nadie, debe decidir su futuro», dijo
Putin, en clara alusión a la toma de posiciones de Occidente a
favor del líder opositor, Vojislav Kostunica.
Los partidarios de Kostunica declararon su victoria sobre
Slobodan Milósevic, en las elecciones presidenciales del domingo.
La comisión electoral yugoslava señaló, sin embargo, que ninguno de
los candidatos consiguió mayoría absoluta y por tanto debe
celebrarse una segunda vuelta electoral el 8 de octubre, decisión
que rechazó la oposición con movilizaciones.
Putin no dejó escapar la oportunidad para reiterar que su
llamamiento a la no injerencia no quiere decir que se pueda olvidar
la importancia y los intereses de Moscú en los Balcanes. «Estoy
preparado para enviar al ministro de Asuntos Exteriores (Igor
Ivanov) a Belgrado para que consulte con todos los participantes en
el proceso electoral», explicó el presidente. Rusia ofreció así su
mediación ante la tormenta que se avecina en caso de que la
oposición a Milósevic no participe en la segunda vuelta de los
comicios.
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