A primeras horas de la tarde de ayer, en las cercanías de Belén, un
helicóptero «Apache» de combate israelí disparó un cohete contra el
vehículo en el que viajaban varios dirigentes de Al Fatah, el
movimiento político de Yaser Arafat. El ataque causó la muerte a
Husein Abayad, de 33 años, considerado por los israelíes el jefe la
milicia de Al Fatah en la zona de Belén, así como a dos mujeres que
pasaban por el lugar.
Responsables militares israelíes declararon que los ocupantes
del vehículo iban armados y camino de realizar alguna acción
violenta. Estas mismas fuentes acusan a Husein Abayad de estar
detrás de los ataques contra el asentamiento judío de Gilo y de la
emboscada en Al-Jader hace varios días, en la que perdieron la vida
dos soldados hebreos. El Secretario General de Al Fatah en Belén,
Kamel Hamad, sin embargo, ha calificado la acción de simple y
premeditado asesinato y tanto él como otros dirigentes de Al Fatah
y Tazim han advertido de una escalada en los niveles de
violencia.
En la misma acción resultaron heridas dos mujeres. Poco después,
soldados de Israel mataron a un adolescente palestino -de 14 años-
junto al asentamiento judío de Nevé Dekalim, en la franja de Gaza.
De hecho, ha sorprendido el momento elegido por el Ejército para
esta acción. Los últimos días habían sido, con excepciones
puntuales, los más tranquilos desde el inicio de la revuelta
palestina.
Mientras tanto, y tras escalas en Egipto y Londres, Arafat,
amigo íntimo de Husein Abayad, tenía previsto entrevistarse ayer
con Bill Clinton en la Casa Blanca. Si ya no existían grandes
esperanzas en torno a esta reunión, la confusa situación creada por
el empate electoral en Estados Unidos (en el que, curiosamente,
actúan como representantes de las partes dos antiguos mediadores en
Próximo Oriente, Christopher y Baker) reducía aún más las
expectativas.
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