El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, se sumó ayer,
jueves, a las voces que alertan del peligro de un fracaso en la
cumbre europea de Niza y pidió a los socios más grandes que acudan
con una postura flexible. A una semana del Consejo Europeo que
cerrará la presidencia francesa de la UE y que debe aprobar la
reforma de las instituciones europeas, Prodi consideró que «no es
pequeño» el riesgo de un fracaso, y se atrevió a valorarlo en más
del 30 por ciento.
El presidente del Ejecutivo de la UE basa su apreciación en que
los Quince han dejado la tarea más difícil para el final y llegarán
a Niza con dos de los temas más complejos, la eliminación del veto
en las votaciones y el reparto de votos en el Consejo de Ministros,
totalmente abiertos. Según Prodi, en el caso de la extensión del
voto por mayoría «hay un estancamiento» debido a que «una serie de
países no quieren renunciar al veto». La solución se complica ya
que los intereses nacionales de los socios comunitarios no
coinciden y mientras Alemania no quiere renunciar al veto en
asuntos de asilo e inmigración, Francia se niega a hacerlo para la
política comercial, España para la de cohesión y el Reino Unido en
fiscalidad.
El presidente de la Comisión cree que «hay un solo instrumento
de convicción» para que esos países cambien de actitud y es que
«todos se ven desfavorecidos por el derecho de veto que quieren
conservar los demás». «Deben comprender que si todos dan un paso
atrás, todos se verán compensados y con un pequeño retroceso se
conseguirá un gran progreso», sostuvo Prodi en una conferencia de
prensa.
La Comisión considera que la renuncia al veto es un elemento
fundamental para que una Unión ampliada pueda funcionar con
eficacia. Prodi dejó entrever que la Comisión apoya que Alemania,
el socio más poblado de la Unión.
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