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JOSÉ DELGADO - WASHINGTON George W. Bush regresó ayer a la Casa Blanca como presidente electo, ocho años después de que su padre entregase el poder al mismo hombre que ahora se lo cede, Bill Clinton, pero con la herencia de una saludable economía. Bush, quien durante la campaña prometió devolver la dignidad a la Casa Blanca, aseguró que acudió a la cita con Clinton «a escuchar» y evitó referencias a algunas versiones de que la economía estadounidense comienza a mostrar signos de recesión.

«Le agradezco (a Clinton) su hospitalidad, conmigo y con mi esposa. No tenía que hacer esto y estoy muy agradecido», afirmó Bush, quien se mostró interesado en escuchar «los consejos» del saliente presidente estadounidense. Clinton, también en tono conciliador, recomendó a Bush que se dedique a formar «un buen equipo» de trabajo, pero no pudo permanecer en silencio ante los augurios de un declive en la economía del país.

«No podemos mantener eternamente un cinco por ciento de crecimiento anual (en la economía). Pienso que 49 de los 50 pronósticos que se hacen consideran que el crecimiento será del 2'5 por ciento o más durante el próximo año», sostuvo Clinton. De todos modos, Clinton afirmó que el gobierno de Bush, que tomará posesión el próximo 20 de enero, «tendrá retos económicos».

En el tercer trimestre de 2000, el PIB estadounidense creció a un ritmo anual del 2'4%, muy por debajo del 5'6% registrado en el segundo trimestre del año. La semana pasada, Bush coincidió con el vicepresidente electo, Richard Cheney, en que existe temor en los sectores financieros ante la desaceleración económica.