George W. Bush regresó ayer a la Casa Blanca como presidente
electo, ocho años después de que su padre entregase el poder al
mismo hombre que ahora se lo cede, Bill Clinton, pero con la
herencia de una saludable economía. Bush, quien durante la campaña
prometió devolver la dignidad a la Casa Blanca, aseguró que acudió
a la cita con Clinton «a escuchar» y evitó referencias a algunas
versiones de que la economía estadounidense comienza a mostrar
signos de recesión.
«Le agradezco (a Clinton) su hospitalidad, conmigo y con mi
esposa. No tenía que hacer esto y estoy muy agradecido», afirmó
Bush, quien se mostró interesado en escuchar «los consejos» del
saliente presidente estadounidense. Clinton, también en tono
conciliador, recomendó a Bush que se dedique a formar «un buen
equipo» de trabajo, pero no pudo permanecer en silencio ante los
augurios de un declive en la economía del país.
«No podemos mantener eternamente un cinco por ciento de
crecimiento anual (en la economía). Pienso que 49 de los 50
pronósticos que se hacen consideran que el crecimiento será del 2'5
por ciento o más durante el próximo año», sostuvo Clinton. De todos
modos, Clinton afirmó que el gobierno de Bush, que tomará posesión
el próximo 20 de enero, «tendrá retos económicos».
En el tercer trimestre de 2000, el PIB estadounidense creció a
un ritmo anual del 2'4%, muy por debajo del 5'6% registrado en el
segundo trimestre del año. La semana pasada, Bush coincidió con el
vicepresidente electo, Richard Cheney, en que existe temor en los
sectores financieros ante la desaceleración económica.
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