Las recientes declaraciones del ministro cubano de Defensa, Raúl
Castro, y del ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, sobre el
deseo de La Habana de iniciar una progresiva normalización de
relaciones con Washington antes de que fallezca el presidente
cubano, Fidel Castro, han provocado diversas interpretaciones en
miembros del exilio cubano en EE UU.
Sin embargo, el único punto de acuerdo entre los distintos
grupos de exiliados cubanos es que La Habana intenta jugar la baza
del hipotético fallecimiento de Castro como elemento negociador con
su vecino del norte, ya que, tal y como dijo Raúl Castro hace unos
días, tras la futura muerte de Fidel Castro «todo será mucho más
difícil».
El especialista en asuntos cubanos, Ernesto Betancourt, vaticinó
que lo que desea Raúl Castro "hermano de Fidel y principal figura a
la sucesión" «es poner algunos puntos de estabilidad (entre ambos
Gobiernos) durante el régimen actual», ya que cuando él asuma el
poder en Cuba, «los más jóvenes querrán negociar con Estados
Unidos».
Por su parte, el profesor de Sociología de la Universidad de
Nuevo México para asuntos de Cuba, Nelson Valdés, advirtió que
negociar una vez muerto Fidel Castro «va a ser difícil, porque
entonces habrá mayores diferencias de opinión entre la jerarquía
cubana, mientras que con Fidel, existe un consenso que no se va a
discutir mientras viva».
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