Tras un duro pulso con la oposición, y abandonado por las fuerzas
de seguridad y la mayor parte de su Gobierno, Joseph Estrada,
acusado de corrupción, fue sustituido ayer en la presidencia
filipina por su vicepresidenta, Gloria Macapagal-Arroyo.
Macapagal-Arroyo, hija del ex presidente Diosdado Macapagal, juró
su cargo ante el presidente del Tribunal Supremo, Hilario Davide,
en EDSA, que desde hacía cuatro días era escenario de
multitudinarias y pacíficas manifestaciones contra Estrada.
Poco antes de que se informara ayer de que el presidente había
firmado una carta de dimisión, el Tribunal Supremo emitió una
resolución que declaraba vacante la jefatura del Estado. El hasta
ahora presidente filipino ha pedido cinco días de plazo para hacer
efectiva su salida del palacio de Malacañang.
Mientras, la nueva presidenta del país comenzó ayer a elegir a
quienes formarán su Gabinete. En sus primeras declaraciones, la
nueva jefa de Estado afirmó que promoverá una gestión de Gobierno
transparente y sin corrupción, y que tratará de eliminar durante
esta década la pobreza en el país.
Macapagal-Arroyo, que fue compañera universitaria del ex
presidente estadounidense Bill Clinton y fue investida el mismo día
que el sucesor de éste, George Bush, aseguró también que evitará el
nombramiento de «amigos» para puestos oficiales, que serán ocupados
por personas competentes elegidas por expertos.
Joseph Estrada será perseguido judicialmente por «pillaje
económico», un crimen castigado con la muerte. Según una ley
filipina de 1994, que no ha sido nunca aplicada en su totalidad,
cualquier persona hallada culpable de desvío de fondos públicos por
un montante de, al menos, un millón de dólares puede ser condenada
a muerte.
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