Rusia exigió ayer explicaciones a Estados Unidos por el supuesto
espionaje de su embajada en Washington desde un túnel subterráneo y
sugirió el «castigo» de los culpables, en un capítulo más de la
reciente «guerra de topos» entre ambos países. Pero las reacciones
a la revelación el domingo de la construcción del túnel en los años
setenta y ochenta fueron generalmente suaves, sin la indignación de
otras veces e incluso con cierto toque de humor.
El Ministerio de Asuntos Exteriores informó de que el encargado
de negocios norteamericano, George Krol, fue convocado para recibir
la protesta oficial de Rusia, en la que se pedía al departamento de
Estado de EE UU que «aclare su posición» sobre el túnel. De
confirmarse las versiones sobre el túnel, reveladas el domingo por
The New York Times y ampliadas por otros medios de comunicación,
podría constituir «una flagrante violación de las normas del
Derecho Internacional vigentes para las sedes diplomáticas».
El FBI y la Agencia Nacional de Seguridad norteamericana cavaron
un túnel bajo la nueva embajada soviética que se construía entonces
en Mount Alto, un barrio residencial de Washington, según The New
York Times. El agente del FBI detenido el 18 de febrero bajo
acusación de espiar para Moscú durante 15 años, Robert Philip
Hanssen, informó al KGB de la existencia del túnel, ideado para
espiar a los diplomáticos soviéticos, añadió el periódico.
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