En una cosa al menos existe acuerdo entre ambas partes tras los
bombardeos israelíes del miércoles sobre ciudades palestinas: se
trata del comienzo de algo todavía peor. Mientras el presidente de
la Autoridad Palestina, Yasir Arafat, ha anunciado la continuación
de la revuelta «hasta que nuestra bandera ondee sobre Jerusalén»,
el ministro de Medio Ambiente israelí, Tzachi Hanegbi, quizás
saliéndose un poco de sus competencias, amenazó a los palestinos
con «una guerra de verdad». Declaraciones grandilocuentes pero,
desgraciadamente, irrelevantes: la guerra es ya un hecho y ayer se
cobró otras tres víctimas.
Tres palestinos, uno de ellos un joven de 15 años, fueron
abatidos a tiros ayer en la Franja de Gaza por fuerzas israelíes.
En el caso del adolescente, éste fue alcanzado por fuego real
cuando avanzaba hacia un puesto militar israelí lanzando piedras.
Estas tres nuevas víctimas se suman al trágico balance de una
semana particularmente violenta que alcanzó su ápice ayer con el
bombardeo israelí de objetivos en territorio palestino. A este
respecto, ayer se supo que en el ataque israelí del miércoles por
la noche, un helicóptero de combate disparó intencionadamente
contra el domicilio del propio Arafat, quien no se encontraba allí
en ese momento.
El bombardeo, en venganza por la muerte de dos jóvenes israelíes
esa misma mañana en un atentado suicida palestino, causó dos
víctimas mortales: un policía de la guardia personal de Arafat y
una mujer de treinta años que fue acribillada por el fuego de una
ametralladora montada en un helicóptero. Organizaciones
humanitarias denunciaron ayer que el Ejército israelí impidió el
paso de ambulancias para evacuar a los heridos en el bombardeo.
Para Yasir Arafat, el ataque aéreo supuso la puesta en marcha
por parte de Sharon de un «plan de cien días» para doblegar a los
palestinos por medio de la violencia. En ello coincidió, en cierto
modo, con el ministro israelí Tzachi Hanegbi, para quien lo
sucedido es sólo «el primer disparo» en lo que anunció podría
convertirse en una «guerra total contra los palestinos».
Paradójicamente, el bombardeo, que ha provocado una discreta
condena a nivel internacional, ha sido peor recibido en el propio
Israel, donde sectores importantes de la población y la política lo
consideraban ayer insuficiente. Un miembro de gabinete de Sharon,
el «halcón» Avigdor Lieberman "ministro de Infraestructuras",
recordó que «en Siria, los palestinos no protestan», poniendo así a
la dictadura enemiga de Israel, sorprendentemente, como ejemplo de
buena gestión en materia de seguridad. Lieberman fue aún más
gráfico al sugerir que Sharon sustituya su política de «el palo y
la zanahoria» por la de la «porra con clavos».
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