El ex presidente filipino Joseph Estrada fue detenido ayer en su
domicilio, tres meses después de abandonar su cargo, y conducido al
cuartel general de la Policía Nacional, por un delito de saqueo a
las arcas públicas, castigado en este país con la pena de muerte.
La detención tuvo lugar en medio de una gran expectación, dado que
desde el pasado fin de semana unos 2.000 seguidores del ex jefe del
Estado estaban congregados en los alrededores de su vivienda para
evitar el arresto, por lo que tuvieron que ser dispersados por los
agentes de seguridad. «Esto es una injusticia. Lo vamos a defender
y no le abandonaremos», dijo uno de los congregados, el ex soldado
Pedro Paupa, de 43 años.
Ante esta situación, varios miles de policías y marines,
acompañados por una veintena de generales del Ejército se
trasladaron hasta la vivienda de Estrada, situada en el barrio de
San Juan, a las afueras de Manila, mientras varios helicópteros
sobrevolaban la zona. En una furgoneta negra, acompañado de su
esposa, Luisa Ejército Estrada, y escoltado por cientos de agentes,
el ex mandatario fue conducido al cuartel general de la Policía,
donde hicieron su ficha policial y la de su hijo, José, quien
también fue detenido bajo los mismos cargos.
Toda la nación pudo ver en directo la toma de sus huellas
dactilares y el momento en que los agentes le hacían las
fotografías habituales, cuando se pudo comprobar su semblante
ojeroso y decaído. En sus primeras declaraciones tras la detención,
el ex jefe del Estado insistió a la cadena de televisión CNN en su
inocencia y en que las acusaciones que le imputan son falsas. «Mi
detención tiene motivaciones políticas y las elecciones se
acercan», dijo el detenido en referencia a los comicios
legislativos y locales del 14 de mayo.
Sobre su estancia en la cárcel, dijo que sus abogados
solicitarán el arresto domiciliario, aunque reconoció que no sabía
cuanto tiempo pasaría en una celda. Estrada recalcó que «todo esto
es una conspiración de mis rivales políticos, del ex presidente
Fidel Ramos y de los empresarios de Makati (distrito financiero de
Manila), que controlan los medios de comunicación», pero «sigo
teniendo futuro político», añadió. Respecto al actual Gobierno,
volvió a repetir que es ilegítimo. «Es la ley de la turba», añadió
el ex presidente.
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