La decisión de Irak de suspender sus exportaciones de petróleo,
anunciada ayer muestra la insistencia de Bagdad en rechazar las
«sanciones selectivas», propuestas por el Reino Unido y respaldadas
por Estados Unidos. El Gobierno iraquí afirmó que «hasta otro
aviso» dejará de exportar petróleo desde los puertos iraquí Al
Bakr, en el golfo Pérsico, y turco Ceyihan, en el Mediterráneo, «a
partir de las 8.00 horas (4.00 GMT) del lunes 4 de junio».
Frente a esta situación, el ministro saudí de Petróleo, Ali Al
Naimi, afirmó ayer que su país y los otros Estados productores de
crudo «suplirán cualquier escasez de petróleo» en el mercado,
después de la decisión de Bagdad. «Si hay una reducción en el
suministro de petróleo (...) trabajaremos para que haya estabilidad
en el mercado entre la oferta y la demanda, y para que los precios
sean estables», aseguró el ministro saudí, cuyo país es el mayor
productor y exportador de crudo del mundo.
Fuentes del Ministerio de petróleo iraquí minimizaron la
importancia de la decisión de Riad, al considerar que «Arabia Saudí
no podrá satisfacer las necesidades del mercado durante la próxima
etapa, que pueden superar los cinco millones de barriles».
Comentaristas en Bagdad opinan que la decisión de Irak hará subir
los precios del petróleo en los mercados internacionales,
actualmente de unos 30 dólares el barril.
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