Al menos quince personas resultaron heridas ayer en los disturbios protagonizados por extremistas israelíes.

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EFE-JERUSALÉN El «plazo» del primer ministro Sharon y el anuncio del presidente palestino menos de 24 horas después de ese atentado terrorista, que se adjudicaron los integristas islámicos de «Hizbulá de Palestina», se deben a las fuertes presiones de la comunidad internacional. Con todo, el ministro de Defensa, Benjamín (Fuad) Ben Eliezer, dijo que el Gobierno «está obligado a velar por la seguridad de Israel y escogerá la manera» de responder al atentado. En el ataque murieron 17 israelíes y un turista ruso, además del autor del atentado, y resultaron heridas 120 personas. El turista, de 20 años, murió ayer en un hospital de Tel Aviv debido a la gravedad de las heridas que sufrió, y cuatro de los heridos se encuentran en estado crítico.

El presidente palestino, Yaser Arafat, condenó el atentado y aseguró que está dispuesto a hacer todo lo posible para alcanzar «un alto el fuego incondicional e inmediato». El gabinete para Asuntos de Seguridad y del Exterior, reunido ayer en emergencia aprobó varias medidas que afectarán a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), a la que responsabiliza del atentado por «fomentar e instigar al terrorismo». Desde anoche, los pasos fronterizos que unen la franja de Gaza con Egipto en Rafah, y a Cisjordania con Jordania en el puente Allenby, quedaron cerrados por tiempo indefinido, y tendrán prohibido el acceso a Israel decenas de miles de obreros de esos territorios, que no tienen otras fuentes de ingresos. Tampoco podrán circular libremente los dirigentes de la ANP.

Según fuentes militares existe «la intención» de bloquear completamente Gaza y Cisjordania como «zonas militares cerradas», lo que estrecharía más el cerco ya existente desde el inicio de la «intifada» y el cierre del aeropuerto internacional de la franja de Gaza, incluso para Yaser Arafat que goza de permiso permanente. El personal de la ONU y el de otros organismos internacionales en Gaza y Cisjordania abandona esos territorios por temor a una represalia militar israelí a raíz del atentado suicida de Tel Aviv, el más sangriento desde que comenzó la «intifada» hace más de ocho meses. También centenares de oficiales y agentes de los organismos de seguridad de la ANP, incluida la Fuerza 17, la brigada de los guardaespaldas de Yaser Arafat, evacuaron sus instalaciones por temor a un inminente ataque de las fuerzas armadas israelíes.

Un oficial superior del dispositivo de seguridad palestino dijo que «Arafat es serio» en su disposición a imponer un alto al fuego entre sus efectivos y los de la milicia «Tanzim», el brazo armado de su movimiento, Al Fatah. La incógnita es si podrá confiscar sus armas y las de las organizaciones islámicas HAMAS y Yihad Islámica, sus principales opositoras. Precisamente, HAMAS rechazó ayer la declaración de Arafat en favor de un alto al fuego. Por su parte, la Yihad Islámica dijo estar decidida a seguir con los ataques «en lo profundo de Israel». La confiscación de armas clandestinas para que las destruya Estados Unidos y el encarcelamiento de extremistas de HAMAS y Yihad Islámica, a los que Arafat puso en libertad, son dos de las condiciones puestas por Israel al líder palestino al ofrecerle un aplazamiento de la represalia que amplios sectores del pueblo israelí exigían ayer a Sharon.