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JULIÀN AGUIRRE Desde que se sucedieron los atentandos en Estados Unidos, raro es el lugar, plaza, calle, bar, mercado, peluquería, etc. donde no se hable de lo que ha ocurrido. Durante todo el día de ayer sólo se hablaba de los Estados Unidos. En el Mercat de Santa Catalina, de Palma, la gente mayor evitaba los comentarios. Cati y José llevan un puesto de carnicería y ambos se enteraron al llegar a casa y ver por televisión lo que estaba ocurriendo en esos momentos. Por su parte, Salvador, de un puesto de frutas y verduras, comenta cómo se enteró del atentado: «Estaba repartiendo un pedido con la furgoneta y seguía por radio asombrado por todo lo que estaban comentando. Al llegar a casa lo pude ver horrorizado por televisión».

En otro de los puestos del mercado, Toni y Mari comentaban cómo el primero se había enterado en el dentista, pues a éste lo sucedido en Estados Unidos le pilló con la boca abierta y lo escuchó por la radio. Toni asegura que «los americanos tienen muchos enemigos y algún día tenían que salir. No creo que esto se solucione pronto». En los bares se concentraron los habituales clientes que cada día comentan los partidos de fútbol, pero en esta ocasión lo dejaban en segundo plano, nos confesó Juan Jiménez, propietario del bar Broc.

«Teníamos la televisión puesta y pensábamos que era un gran incendio pero cuando vimos que el avión se estrellaba contra uno de los edificios no podíamos salir del asombro. Miguel Llull y Àlvaro Colomar trabajan como diseñador gráfico y periodista, respectivamente. Ambos estaban en la oficina cuando escucharon por radio el atentado. Àlvaro ha estado en Nueva York viviendo y estudiando. Cada mañana cogía el metro que hay debajo de las Torres Gemelas para dirigirse a Battery Park, donde solía reunirse con algunos amigos, de los que no sabe nada.