Las familias de los desaparecidos por el atentado han llenado Nueva
York de fotos de sus parientes y amigos con números de teléfono con
la esperanza de poder contactar con ellos. Más de 4.700 personas,
según el alcalde de la ciudad, Rudoplh Giuliani, han sido dadas por
desaparecidas en el derrumbamiento de las dos torres de 110 pisos
cada una. Las fotos de muchas de estas personas han sido pegadas en
buzones de correos, bancos públicos, cabinas telefónicas, coches e
incluso en señales de tráfico.
Las fachadas exteriores del hospital Bellevue se han convertido
en un verdadero muro de ruegos. En Union Square Park, las barreras
de la policía se han llenado de avisos de búsquedas. En la
Universidad de Nueva York, situada en el mismo barrio, los
estudiantes colocan velas junto a las fotos. Asimismo, algunas
cadenas de televisión, en especial las de información, difunden
emotivas llamadas de familias que lloran en antena para pedir
noticias de los suyos.
Los neoyorquinos asisten todavía conmocionados al relato de los
dramas humanos particulares que vivieron quienes lograron
sobrevivir el catastrófico ataque contra las Torres Gemelas.
Especialmente conmovedor resulta el caso de Omar Rivera, un
ingeniero colombiano invidente de 40 años de edad, que trabajaba en
la Torre que recibió el primer impacto de uno de los aviones
secuestrados el pasado martes, logró escapar del piso 71, planta en
la que trabajaba, gracias a la ayuda de su perro Tops, un labrador.
Rivera bajó los 71 pisos acompañado de una compañera de trabajo que
le dio la mano en todo momento. Rivera tardó una hora y diez
minutos en salir del edificio.
Si el relato de las víctimas ha llegado directamente al corazón
de los americanos, la experiencia de los equipos de rescate que
trabajan en los escombros también se sigue con gran interés,
especialmente por la gran cantidad de «héroes anónimos» que han
colaborado en la búsqueda de desaparecidos. «No hemos dormido en
cuarenta horas». Fred, uno de estos héreos anónimos, se refiere a
él y «Amal», un perro pastor alemán que, embarrado y cansado, busca
un lugar donde acostarse durante un breve reposo tras días de un
trabajo continuo en busca de supervivientes.
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