Washington parece haber cerrado definitivamente el cerco
diplomático y militar sobre el régimen talibán de Kabul y sobre su
«huésped» Osama Bin Laden, principal sospechoso de los ataques
terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono
en Washington del pasado 11 de septiembre. A la Administración
Bush, ya tan sólo le queda cerrar también el cerco financiero y
económico sobre el líder del grupo terrorista Al-Qaida. Arabia
Saudí rompió ayer relaciones con Afganistán, cinco años después de
la entrada en Kabul de los talibán. Tras la ruptura de relaciones
por parte de Riad, Pakistán se ha quedado sólo, intentado un
difícil equilibrio entre el respaldo a una operación militar
estadounidense "a cambio de sustanciosas ventajas económicas y
estratégicas" y el deseo de contentar a una población que simpatiza
con los 'estudiantes de Teología'.
«El Gobierno saudí anuncia la ruptura de todas sus relaciones
con los talibán», anunciaba por la mañana de ayer un comunicado de
la agencia oficial de noticias SPA. Este ha sido el primer gesto
público de Riad en contra de los 'mulá' afganos, a los que, como
Islamabad, ayudó a llegar al poder en septiembre 1996 con una
significativa ayuda financiera. Riad, que de esta forma se une a la
medida tomada por los Emiratos Arabes Unidos el pasado sábado,
acusó además a los talibán de «reclutar e instruir a desorientados
de todas las nacionalidades, especialmente saudíes, para que
perpetren actos criminales contrarios a todas las religiones».
Pakistán es ahora el único país que reconoce al Talibán, pero
Islamabad retiró el lunes a su personal diplomático de Kabul por
razones de seguridad y además servirá a Washington de plataforma de
lanzamiento para su ataque contra Bin Laden y el régimen talibán.
En la medida en que ha ido perdiendo sus escasos amigos, el grupo
también se enfrentaba a una oposición más impetuosa que ha
incrementado sus ataques en los bastiones del norte del país.
Sin embargo, Kabul ha respondido con una masiva movilización de
tropas, que confiscaron los almacenes de alimentos de la ONU y
apelaron al pueblo estadounidense a que impidiera una «guerra
sangrienta e inútil». Los talibán combaten aún en el norte de
Afganistán, donde libran una prolongada guerra civil. Pese a que el
aislamiento ya es todo un hecho, la posición desafiante del régimen
de Kabul no disminuye. Un funcionario del Ministerio de Defensa
amenazó por la televisión al-Jazeera de Qatar a cualquiera que
ayude a EE UU a perseguir a Bin Laden, una amenaza directa a
Pakistán, que ha decidido a apoyar completamente a Washington.
«Todo el que ataque o ayude en un ataque es nuestro enemigo y lo
atacaremos nosotros», dijo el ulema Noor Ali.
A pesar de la decisión de Arabia Saudí, al igual que ocurrió
primero con los Emiratos y ahora con Pakistán, Riad sintoniza con
parte del discurso de los radicales islámicos, concretamente con
sus acusaciones a Israel, su apoyo a los palestinos en la Intifada
y su opinión crítica respecto al papel de Estados Unidos en Oriente
Próximo.
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