Entre los fallecidos en el ataque integrista a la Iglesia de Santo Domingo se encuentran tanto feligreses protestantes como católicos.

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WILLIAM MYERS-ISLAMABAD Una matanza en una iglesia católica en Pakistán, donde murieron ayer al menos 18 personas durante un servicio religioso, parece haber dado la razón a los miembros de la minoría cristiana que ya temían las represalias de los extremistas islámicos por la guerra contra Afganistán.

El cura, al menos dieciseis de los feligreses (que incluían tanto protestantes como católicos) y un policía murieron en la iglesia de Santo Domingo (Bahalwapur) a balazos, a manos de hombres armados que gritaron «¡Afganistán y Pakistán serán el cementerio de los cristianos!», según testigos.

El ataque fue llevado a cabo por seis hombres barbudos que llegaron a la iglesia en motocicletas y sacaron fusiles automáticos «kaláshnikov» de las bolsas que llevaban. Después de matar a uno de los policías que vigilaban el recinto, irrumpieron en el templo coreando «Alá u akba» (Dios es grande), y abrieron fuego, al parecer al azar, contra el casi centenar de personas presentes. Uno de los verdugos avisó, antes de escapar: «esto es sólo el comienzo».

Por otra parte, en el otro extremo del país, en Quetta (suroeste), al menos tres personas murieron, entre ellas dos soldados, y otras 25 resultaron heridas en la explosión de una bomba en un autobús.

Desde el inicio de la crisis mundial, y sobre todo desde el comienzo de los ataques aéreos contra Afganistán el pasado día 7, los cristianos de Pakistán, apenas el 1% de los 130 millones de habitantes, ha temido ser el blanco de la ira de los musulmanes. Hace ya un mes, un sacerdote en Islamabad señaló en una entrevista que los musulmanes paquistaníes que buscan venganza no pueden viajar a EE UU y por tanto podrían atacar a los cristianos dentro de Pakistán, que suponen una minoría marginada, de las clases sociales más bajas.