Una matanza en una iglesia católica en Pakistán, donde murieron
ayer al menos 18 personas durante un servicio religioso, parece
haber dado la razón a los miembros de la minoría cristiana que ya
temían las represalias de los extremistas islámicos por la guerra
contra Afganistán.
El cura, al menos dieciseis de los feligreses (que incluían
tanto protestantes como católicos) y un policía murieron en la
iglesia de Santo Domingo (Bahalwapur) a balazos, a manos de hombres
armados que gritaron «¡Afganistán y Pakistán serán el cementerio de
los cristianos!», según testigos.
El ataque fue llevado a cabo por seis hombres barbudos que
llegaron a la iglesia en motocicletas y sacaron fusiles automáticos
«kaláshnikov» de las bolsas que llevaban. Después de matar a uno de
los policías que vigilaban el recinto, irrumpieron en el templo
coreando «Alá u akba» (Dios es grande), y abrieron fuego, al
parecer al azar, contra el casi centenar de personas presentes. Uno
de los verdugos avisó, antes de escapar: «esto es sólo el
comienzo».
Por otra parte, en el otro extremo del país, en Quetta
(suroeste), al menos tres personas murieron, entre ellas dos
soldados, y otras 25 resultaron heridas en la explosión de una
bomba en un autobús.
Desde el inicio de la crisis mundial, y sobre todo desde el
comienzo de los ataques aéreos contra Afganistán el pasado día 7,
los cristianos de Pakistán, apenas el 1% de los 130 millones de
habitantes, ha temido ser el blanco de la ira de los musulmanes.
Hace ya un mes, un sacerdote en Islamabad señaló en una entrevista
que los musulmanes paquistaníes que buscan venganza no pueden
viajar a EE UU y por tanto podrían atacar a los cristianos dentro
de Pakistán, que suponen una minoría marginada, de las clases
sociales más bajas.
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