Estados Unidos reforzó ayer las medidas de seguridad en todo el
país para hacer frente a una supuesta nueva amenaza terrorista que
parece que podría concretarse durante esta semana. El fiscal
general, John Ashcroft, así como el director para la Seguridad del
Territorio Nacional, Tom Ridge, y su colega del FBI, Robert
Mueller, han reiterado la necesidad de que el país vuelva a ponerse
en alerta máxima ante la posibilidad de que se cometan nuevos
atentados y, por tanto, dicen, hay que ponerse «en guardia».
Ridge hizo un llamamiento específico a las compañías eléctricas
para que extremen las precauciones, porque se consideran un blanco
estratégico y relativamente fácil de atacar, y afirmó que más de
18.000 servicios policiales en todo el país están también en estado
de emergencia. Ridge destacó el alto nivel de cooperación
internacional que se está dando entre los servicios secretos de
todo el mundo y dio a entender que la actual alerta es producto de
esa colaboración sin precedentes.
La nueva advertencia se basa, según coincidieron Ashcroft y
Ridge, en información «creíble y procedente de fuentes de
inteligencia», pero no específica, lo que ha disparado el estado de
ansiedad de los ciudadanos. Este sentimiento popular fue
transmitido a las autoridades por los periodistas, que coincidieron
en preguntar lo mismo: «Bueno, y si no hay información clara, ¿por
qué hay que alarmar a la población?...» El Gobierno fue firme en su
respuesta y dijo que, «cuando se tiene, de fuentes creíbles, una
fuerte insinuación de que esta semana puede registrarse actividad
terrorista adicional en este país... necesitamos extremar las
precauciones» y hay que avisar a la población para que «el país
esté en guardia». Ridge esperó que los ciudadanos «entiendan y
aprecien que el Gobierno comparta con ellos la información que
tiene, así sea incompleta». Según él, las amenazas provendrían de
Bin Laden y Al Qaeda.
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