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FRANCE PRESS - NUEVA YORK El presidente Bush prometió «ahumar a los terroristas para sacarlos de sus cuevas», pero en Afganistán el Ejército estadounidense intenta hacer exactamente lo contrario, detectando el calor generado en sus refugios, para localizarlos.

Los líderes talibán y de la organización Al Qaeda utilizan para protegerse de los bombardeos una vasta red de túneles y cuevas heredada de la guerra contra los soviéticos, y que fue modernizada. Para identificar los escondites subterráneos ocupados, el Ejército estadounidense tratará de medir el calor que salga de los orificios que pueda localizar. «El Ejército tiene numerosos equipos con ese fin», explica Antony Fraser-Smith, profesor de geofísica en la universidad de Stanford, «pero el mejor instrumento es el detector infrarrojo, que transforma las radiaciones térmicas, invisibles a simple vista, en imágenes».

Los testimonios de los arrepentidos y las informaciones logradas de los servicios de inteligencia rusos señalan la existencia de extensas galerías subterráneas con dormitorios, depósitos, garages y sistemas de defensa sofisticados. Pero todos tienen su talón de Aquiles: el calor. De una gruta vacía escapa aire frío. De una habitada, principalmente si sus ocupantes son numerosos, escapa siempre aire más caliente, más aún si se la calienta para protegerse del frío, se cocina o se enciende un generador para producir electricidad.

El inminente invierno podría incluso facilitar la tarea de los militares estadounidenses. «Se trata de detectar el humo de combustión de los vehículos, generadores cerca de la entrada de un túnel», agrega Fraser-Smith. «En invierno es más fácil, hay más contraste» entre la temperatura reinante en el exterior y el calor que emana de la boca de esas cuevas y túneles.