La ciudad de Buenos Aires recuperaba ayer la calma después de la
tormenta y sus habitantes intentan volver a la normalidad y superar
los violentos disturbios sociales que desencadenaron la renuncia
del presidente Fernando de la Rúa. El gobierno de Buenos Aires
contabilizó hoy 6 civiles muertos y 185 heridos a causa de golpes,
inhalación de gases lacrimógenos y balas de goma. En total, en las
protestas y saqueos ocurridos desde el pasado miércoles murieron 27
personas y más de 400 resultaron heridos.
El jefe de la Policía, Rubén Santos, pidió perdón por los
excesos que se pudieron cometer, pero indicó que había que guardar
el «control». El centro de la capital argentina, donde se
concentran los bancos y negocios, recobra la vida poco a poco,
después de la batalla campal que libraron en esa zona manifestantes
y policías desde la noche del miércoles.
Pese al paro general convocado por los sindicatos en contra del
estado de sitio dispuesto el miércoles y revocado ayer, la gente se
dirigía a su trabajo, aunque en menor cantidad que en otras
ocasiones debido a que los trenes funcionan parcialmente. Los
escombros de piedras y ladrillos que cubrían el asfalto a raíz de
los disturbios fueron recogidos en gran parte, aunque quedan
todavía bolsas de basura acumuladas en las aceras debido a la
huelga.
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