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SAUD ABU RAMADÀN- GAZA Los choques entre activistas islámicos y la policía del Gobierno palestino en el campo de refugiados de Yabalia, que ayer causaron seis muertos y más de 100 heridos en ambos bandos, hacían temer un caos en la franja de Gaza. Cinco de los muertos, entre ellos un niño de 12 años y un agente de policía, perdieron la vida durante el sepelio de un activista de la Yihad Islámica, Mohamed Mokayed, de 17 años, muerto en la noche del jueves en un enfrentamiento con agentes del orden en ese campo.

Durante el sepelio de Mokayed, después de concluir los servicios religiosos del viernes islámico en las mezquitas -relataron fuentes palestinas-, un grupo de activistas atacó con dos granadas de mano el cuartel central de la policía en el campo de refugiados de Yabalia, el más populoso de Gaza, con más de 60.000 habitantes. Al grito de «¡colaboracionistas de Israel!» contra los agentes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), la multitud quiso incendiar el cuartel cuando los policías reaccionaron con sus armas de fuego y mataron al niño, que iba en el cortejo fúnebre.

«Se nos acabaron las balas de goma y el gas lacrimógeno» para reprimir manifestaciones violentas, dijo un oficial de la policía para explicar que los agentes del orden empleasen balas comunes para dispersar a los manifestantes. Hace dos meses, agregó, las autoridades de Israel rechazaron una petición de las fuerzas policiales antidisturbios para reabastecer sus depósitos de gas lacrimógeno y «balas de goma». Los disturbios en Yabalia se extendían desde las primeras horas de la tarde de ayer a los campos de refugiados de Nuseirat, junto a Gaza capital, y a los de Deir el-Balaj y Jan Iunes, al sur de la franja, en medio de llamamientos a la cordura de dirigentes religiosos y políticos a través de altavoces. En las calles, los manifestantes quemaban neumáticos para protestar contra la represión policial.

El presidente de la ANP, Yaser Arafat, que tiene su sede en la ciudad de Gaza, se encuentra desde hace varias semanas recluido en la ciudad cisjordana de Ramala, prácticamente cercado por el Ejército israelí, y no había reaccionado ante los desórdenes. Los disturbios ayer estallaron horas después de que el liderazgo de Hamas anunciara que «en bien de la unidad nacional» acata la orden impartida el domingo pasado por Arafat para «poner fin a las operaciones armadas y a los atentados suicidas» contra Israel. Los choques fratricidas comenzaron en la noche del jueves cuando cinco activistas encapuchados del brazo armado del Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas), los «Batallones de Azedín al Kasem», fueron detenidos cuando iban a disparar un proyectil de mortero contra el asentamiento judío de Duguit, dijeron fuentes de Yabalia.

El movimiento radical palestino Yihad Islámica en Palestina afirmó, por contra, que proseguirá los atentados suicida contra Israel. «A la Yihad Islámica no le incumbirá cualquier cese de las operaciones mártires y militares o toda detención de la Intifada mientras subsista la ocupación israelí», según declaró el representante de la Yihad en Líbano, Abú Imad Al-Rifai. En Damasco, el jefe de la Yihad Islámica en Palestina, Ramadán Abdalá Chalá, afirmó por su parte en un discurso público que su organización proseguía «la resistencia».