Los argentinos se despertaron ayer en un país distinto, en el que
reina la incertidumbre por el final decretado a una década de
estabilidad monetaria. Así, en las últimas horas, los precios de
los alimentos registraron aumentos de entre el 10 y el 30 por
ciento, se agravó la falta de medicinas y se multiplicaron las
colas y las protestas en los bancos, donde los clientes desconocen
cuánto valen su dinero y sus deudas.
El temor a un brote de inflación que agrave la crisis económica
y social del país suramericano mantiene encerrado al gobierno del
peronista Eduardo Duhalde, que intenta definir nuevas medidas de
control que frenen la estampida de precios que amenaza con
derrumbar el poder adquisitivo de la población y profundizar la
recesión que ahoga a Argentina desde hace 43 meses. El jefe de
Gabinete, Jorge Capitanich, confirmó que Duhalde recibirá durante
el día a representantes de las cámaras empresariales del sector de
alimentos y de fármacos, mientras el ministro de Economía, Jorge
Remes Lenicov, apura la confección de los decretos de
reglamentación de la ley de emergencia pública, aprobada el
domingo, que representa una devaluación oficial del peso argentino
del 28'5 por ciento.
Cuando mañana se levante el «festivo cambiario» decretado el 21
de diciembre, tras la caída del presidente radical Fernando de la
Rúa, se hará oficial el nuevo valor fijo de 1'40 pesos por dólar
para el comercio exterior, mientras que el mercado comenzará a
fijar el precio flotante de la moneda de los Estados Unidos para el
resto de las operaciones.
Nadie puede retirar de sus cuentas más de 250 pesos por semana
(1000 por mes). Justamente una de las medidas que anunciará Remes
Lenicov para aliviar a la población es subir a 1500 pesos el tope
mensual de extracciones para las cuentas de salarios. En los
comercios de la ciudad de Buenos Aires y de las principales
ciudades del país también se registraron quejas por los aumentos de
precios, hasta en productos como la carne, el pan y las verduras,
que se producen en el país. «Son maniobras especulativas que
tenderán a desaparecer cuando se estabilice el sistema. Los
argentinos debemos acostumbrarnos a un cambio cultural», garantizó
ayer Remes Lenicov.
Ante las críticas exteriores de que el plan económico Duhalde
pretende hacer pagar a las empresas extranjeras la crisis, el
presidente Duhalde quiere que sus ministros y secretarios de Estado
trabajen 'ad honorem' durante los próximos tres o seis meses para
facilitar el ahorro del gasto público y dar una señal de «buena
voluntad» a una sociedad que aumenta día a día su desconfianza
hacia la clase política. La opinión generalizada es que esta medida
es sólo populista para distraer la atención y que nunca se llevará
a cabo.
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