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El grupo integrista Yihad Islámica difundió ayer un comunicado en el que informó de que ya no se considera comprometido con la tregua que exigió Arafat y aseguró que continuará con sus ataques contra objetivos israelíes. Yihad Islámica anunció su decisión un día después que otro grupo militante, Hamas, pusiera fin a una tregua de tres semanas en los 15 meses de violencia matando a cuatro soldados israelíes en un asalto a un puesto militar en el sur de Israel. El anuncio de la Yihad se prudujo horas después de que Israel demoliera decenas de casas en Gaza. La destrucción por Israel de 73 viviendas en un campo de refugiados de la franja de Gaza, en represalia por la muerte de cuatro soldados a manos de integristas islámicos, dejó a la intemperie a unos 700 palestinos.

La operación israelí se produjo en la madrugada del jueves, cuando tanques y excavadoras israelíes invadieron el campo de refugiados de Rafah y destruyeron hasta sus cimientos unas 46 viviendas y el resto de forma parcial. «El Ejército israelí no permitió a ningún residente rescatar ninguna pertenencia, ni siquiera una manta para protegerse de la lluvia y de las temperaturas extremas», manifestó el gobernador de Rafah, Majid el-Agha. El gobernador declaró «zona en desastre» un tercio del «Bloque O» en el populoso campo de refugiados, y agregó que «se trata de una tragedia más que sufre el pueblo palestino con los continuos castigos colectivos de Israel».

En esta ocasión, se trata de un castigo sin precedentes en los más de quince meses de enfrentamientos entre israelíes y palestinos, ya que hasta ahora el Ejército de Israel había demolido viviendas palestinas en cifras muy inferiores. El-Agha dijo que alrededor de 140 familias están sin hogar y viviendo en refugios provisionales en uno de los inviernos más crudos en la zona desde hace años. El Ejército israelí, que sólo reconoce la demolición de entre diez y treinta casas, afirmó en un comunicado que esa operación fue en respuesta a disparos de milicianos desde ese lugar contra instalaciones militares.

Sin embargo, coincide con las advertencias de una dura respuesta que el miércoles prometieron funcionarios israelíes para vengar la muerte de cuatro soldados en el ataque de dos miembros de las brigadas de «Izadim el-Kasem», el brazo armado del movimiento integrista Hamas, a unos kilómetros de Rafah. Fuentes de la seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) condenaron la operación militar de Israel y agregaron que «se trata de otro intento de escalar la violencia en la zona después de más de tres semanas de calma y del compromiso palestino con el alto el fuego».

Los últimos incidentes hacen peligrar los esfuerzos internacionales para que las partes consoliden una tregua y reanuden el proceso de paz, y echan por tierra la cautelosa esperanza que expresaron a principios de semana el mediador de EE UU, Anthony Zinni, y Javier Solana. Además de la destrucción de viviendas, Israel canceló la reunión prevista para ayer con jefes de alto rango de la ANP, con la mediación de funcionarios de la CIA. El primer ministro israelí, Ariel Sharón, dijo que Israel congelará todas sus relaciones con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) hasta que Yaser Arafat ordene el arresto de los funcionarios involucrados en el contrabando ilegal de armas a Gaza.