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ELÍAS BENARROCH-JERUSALÉN Seis israelíes y cuatro palestinos murieron en las últimas 24 horas en un nuevo repunte de la violencia en la zona que confirma que la tregua de tres semanas que vivió la región hasta el pasado día 9 se ha desmoronado por completo. Tanques israelíes invadieron a primeras horas de ayer las ciudades de Ramala y Tulkarem, mientras que aviones de guerra bombardeaban en esta última ciudad cisjordana la «mukata», la sede del Gobierno y de los organismos de seguridad palestinos, destruidos hasta los cimientos.

El gobernador de Tulkarem, Izzel El Dein al Sharif, informó de que «docenas» de tanques israelíes penetraron en la ciudad tras el bombardeo de los F-16 que causó la muerte a dos agentes de la Policía palestina e hirió a alrededor de 40 personas. Efectivos del Ejército israelí también invadieron Ramala, donde tomaron la vivienda del jefe de los servicios secretos palestinos, el coronel Taufik Tiraui, que se encontraba en esos momentos con el presidente de la ANP. Israel también situó unos veinte tanques a unos treinta metros de la residencia de Arafat en esa ciudad, en la que le tiene confinado.

Otra incursión israelí en territorio bajo control de la ANP se registró en el barrio de Al Tira, en Betania, donde efectivos militares ocuparon la vivienda del secretario general Al Fatah en Cisjordania, Maruán Barguti. El Ejército también tiene cercadas Jenín, Naplusa y Kalkilia. Un tercer palestino murió en la noche del jueves al ser alcanzado por un proyectil que le disparó un tanque israelí, cuando trataba de cruzar la frontera que separa la franja de Gaza de Israel en compañía de tres acompañantes. Mientras, centenares de manifestantes se enfrentaron en Ramala a soldados israelíes.

El negociador jefe y ministro de Asuntos Locales en la ANP, Saeb Erekat, exhortó ayer a la comunidad internacional a que intervenga para detener las agresiones contra el pueblo palestino. Israel promete que esta vez «dará una lección a los palestinos que no olvidarán», según Avi Pazner, uno de los portavoces del primer ministro Ariel Sharon, tras el atentado del jueves en Hedera. Seis israelíes murieron y al menos 30 resultaron heridos de diversa consideración cuando un activista de las «Brigadas de los Mártires de Al Aqsa», el ala más radical del movimiento Al Fatah, que preside Arafat, entró en una sala de fiestas y acribilló a los invitados de una ceremonia de «bat mitzvá», similar a la comunión. El atacante, Abdel Salem Zadek Hasuni, vivía en una aldea próxima a Naplusa, y murió a causa de los golpes que le propinó un grupo de invitados y los disparos de un oficial de policía.

Pazner responsabilizó personalmente a Arafat de ese atentado. «Vemos a Arafat y a la ANP como único responsables por la muerte de aquellos que murieron en este horrible atentado terrorista». A su vez, el ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, manifestó que «Israel se reserva el derecho a defenderse y lo hará cuando y por los medios que considere apropiados». Entretanto, el subjefe de las Fuerzas Armadas, general Moshé Yaalón, afirmó ayer que es posible que Israel ocupe en el futuro territorios que fueron cedidos a la ANP en 1993 y 1995. «Es posible que tengamos que volver a los territorios que evacuamos tras la firma de los Acuerdos de Oslo», manifestó el general.