Los controles policiales sobre Jerusalén se han reforzado ante la psicosis de atentados suicidas palestinos.

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EFE/FRANCE PRESS-JERUSALÉN Un «plan envolvente de seguridad» para proteger a Jerusalén de atentados terroristas, que ayer comienza a debatir el Gobierno israelí de Ariel Sharon y que contempla la construcción de un muro de 10 kilómetros, despierta dudas sobre su eficacia y aislará a los palestinos. Uno de los objetivos del plan, que convertiría a esta ciudad en poco menos que una «fortaleza», en palabras del ministro de Seguridad Interior, Uzi Landau, del ala ultranacionalista del Gobierno de unidad nacional, que lo presentaron ayer por la tarde, es «aislar» a los palestinos de Cisjordania que trabajan o reciben servicios en Jerusalén.

Entre las propuestas, además de la de levantar un muro de más de diez kilómetros al sur de Jerusalén, figura la de cavar fosas que impidan el paso de coches-bomba, instalar cercas electrónicas con sensores para detectar infiltraciones en «puntos críticos» y colocar barreras de control. Las sugerencias fueron formuladas por expertos de la policía, del Ejército y de la Comisión de Seguridad Nacional. El muro propuesto, en caso de aprobarse esta medida, se edificará en suelo ocupado de Cisjordania, fuera del límite del ayuntamiento, y se convertiría en una gigantesca barrera de control para los palestinos de Belén y Hebrón, y de decenas de aldeas rurales y recordaría el Muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría.

Por otra parte, el Ejército israelí volvió a ejecutar ayer nuevas operaciones militares con el objetivo de arrestar a activistas de las organizaciones radicales. Por la mañana, unidades de tierra apoyadas por tanques penetraron en el pueblo de Irtas, próximo a la ciudad cisjordana de Belén. Según un comunicado emitido por las Fuerzas Armadas, un dirigente local de la Yihad Islámica y otros dos activistas fueron detenidos durante la operación.

Fuentes de la seguridad palestina indicaron que se produjo un tiroteo, que no provocó víctimas, y criticaron las detenciones, que consideran como «secuestros» dado que técnicamente se produjeron en zona A, el territorio controlado exclusivamente por la Autoridad Palestina. Las mismas fuentes afirmaron que seis agentes del Servicio de Seguridad Preventiva fueron detenidos en otra operación paralela, ejecutada también durante la madrugada. Por la tarde, las tropas israelíes entraron en una localidad autónoma del centro de la franja de Gaza, Uadi al Salka, donde se produjeron algunas escaramuzas con los palestinos que no llegaron a provocar víctimas.