Israel entierra a sus muertos.

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ELÍAS L. BENARROCH-JERUSALÉN En total 23 israelíes perdieron la vida a manos palestinas desde que comenzó el fin de semana, entre ellos 9 soldados, un agente de policía y 13 civiles, en una serie de acciones armadas que hacen temer una aún más violenta represalia por parte de Israel. Estos ataques, entre ellos un atentado suicida la noche del sábado en un barrio ultraortodoxo de Jerusalén, eran la respuesta de las milicias palestinas a dos incursiones del Ejército en los campos de refugiados de Balata y Jenín, que causaron la muerte a unos 30 activistas palestinos entre el miércoles y el viernes.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP), que pidió a Israel que anuncie la reanudación de la negociaciones como única vía para frenar una peligrosa escalada de la violencia, está en alerta ante las posibles represalias que el Gobierno israelí decidirá esta noche por los últimos ataques palestinos. Las fuerzas de seguridad y funcionarios de la ANP han recibido la orden de abandonar todas las dependencias oficiales y comisarías, en previsión de una represalia sin precedentes.

Además, cientos de agentes de Policía y milicianos armados patrullan las calles de Gaza capital y otras ciudades en la banda autónoma y Cisjordania para tratar de impedir un posible avance de tropas israelíes en territorio palestino. «Esta vez la represalia será diferente, porque Ariel Sharón está bien harto y decidirá algo muy doloroso», vaticinaban comentaristas palestinos. El primer ministro israelí reunió anoche a los 14 ministros del gabinete reducido de seguridad para evaluar la grave situación en los territorios ocupados y decidir una posible represalia a la ofensiva palestina de las últimas 24 horas. Entretanto, el Ejército efectuaba ayer sus habituales bombardeos aéreos y con blindados, acciones casi de rutina después de cada atentado contra objetivos israelíes.