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FRANCE PRESS-JERUSALEN El Ejército israelí detuvo ayer a 21 familiares de los presuntos responsables de los dos últimos atentados perpetrados en Tel Aviv y Emanuel. Además, excavadoras militares demolieron sus viviendas en el campamento de refugiados de Al Askar y la ciudad de Nablús. Tropas israelíes lanzaron la noche del viernes una redada en la ciudad de Nablús y en el cercano campamento de refugiados de Al Askar. Efectivos del 'Tsahal' detuvieron a 21 familiares "entre padres, hermanos e hijos" de dos de los presuntos responsables de los recientes atentados ocurridos cerca del asentamiento de Emanuel y en un suburbio de Tel Aviv.

El Gobierno israelí justificó esta medida como fórmula para disuadir a potenciales suicidas, y especuló con su posible deportación a la franja de Gaza. Esta hipótesis fue abordada por el fiscal general del Estado, Elyakim Rubinstein, quien convocó una reunión de urgencia con algunos altos mandos de las Fuerzas Armadas para discutir su viabilidad jurídica.

Después de la reunión, Rubinstein expuso públicamente las dificultades que presenta aplicar una medida punitiva de este tipo, que contraviene directamente las Convenciones de Ginebra, de las que Israel es país signatario. No obstante, el fiscal general aseguró que las deportaciones de familiares sí serían posibles «si se demuestra que tienen una conexión directa con la actividad terrorista».

Como primera reacción, el brazo armado del movimiento radical islamista Hamas amenazó ayer con enviar a sus kamikazes por todo Israel si el Ejército expulsa de Cisjordania a los familiares de los activistas y los envía a la franja de Gaza. «Nuestra respuesta a los sionistas será fuerte y sangrienta, enviaremos mensajes explosivos a los sionistas en todas las partes a donde podamos ir», anunciaron las brigadas Ezzedin al Qassam en un comunicado recibido en Gaza. Mientras, el ministro de Exteriores, Simon Peres, apoyó la medida siempre que ésta disponga de una base legal.