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El fiscal general, John Ashcroft, junto al responsable de la Oficina para la Seguridad Nacional, Tom Ridge, y el director del FBI, Robert Mueller, dijeron en conferencia de prensa que se aumentó el grado de alerta ante la existencia de «nuevas informaciones». Ashcroft aseguró que las informaciones que tienen indican que en los últimos meses «células de Al Qaeda se han establecido en diferentes países del sudeste asiático» y han acumulado explosivos para actuar en contra de intereses de EE UU, especialmente fuera de este país. No obstante, anoche se desplegaron misiles cerca de Washington.

«Los objetivos más probables de Al Qaeda serían los sectores del transporte y la energía, e instalaciones y reuniones que podrían ser reconocidas en el mundo como símbolo del poder de EE UU ... como instalaciones militares, embajadas o monumentos», explicó Ashcroft.

Subrayó que es más probable que los atentados sean en el exterior que dentro de EE UU, pero siempre contra intereses de este país, y que pueden ser pequeños -«para demostrar su presencia»- o también «elaborados». El fiscal general advirtió de que es posible que se produzcan ataques suicidas contra intereses de EE UU en Oriente Medio, por ejemplo, con automóviles cargados de explosivos.

Ashcroft recordó que en las últimas horas se ha decidido el cierre de cuatro embajadas en el sudeste de Asia, pero el Departamento de Estado informó del cierre, hasta el momento, de dos, la de Filipinas y la de Indonesia. El fiscal general dijo también que se ha detectado, igual que ocurrió antes del 11 de septiembre, un aumento de las comunicaciones entre los supuestos terroristas.

El presidente George W. Bush dijo ayer, en un acto en la embajada de Afganistán en Washington, que su Gobierno «toma cada amenaza muy en serio» y aseguró que sobre las que ahora tienen información «recuerdan mucho a las que se registraron antes del 11-S». Bush insistió en que «no hay una amenaza específica», pero señaló que su Gobierno dará protección extraordinaria a instalaciones claves. «Haremos todo lo que podamos para proteger al público», resaltó. Entre esas precauciones destaca que el vicepresidente Richard Cheney estuvo en la noche del lunes «en un lugar seguro y secreto», y ayer volvió a su despacho.