El comando checheno que secuestró a cerca de 800 personas en un
teatro de Moscú la semana pasada disponía de más de 110 kilos de
explosivos, según indicó ayer un experto de los Servicios Federales
de Seguridad (FSB). Los secuestradores habían colocado en el teatro
dos cilindros que contenían cada uno el equivalente a 25 kilos de
TNT, colocados en el centro de la sala y en el platea, indicó el
subdirector del instituto de criminología del FSB, Vladimir
Yeromin, durante una rueda de prensa en Moscú difundida en directo
por la primera cadena. Además, el comando disponía de 25 cinturones
de explosivos, una buena parte de los cuales los llevaban las
mujeres kamikaze del grupo.
Estos cinturones estaban constituídos cada uno por una carga de
dos kilos de explosivo de tipo hexógeno, acompañado de un kilo de
esquirlas de acero. Asimismo, los investigadores encontraron en el
lugar 16 granadas defensivas de tipo F-1 y 89 granadas artesanales
con cargas de lanza-cohetes RPG-5, según Yeromin. Por otro lado,
Rusia dio ayer el portazo a un fin político de la guerra de
Chechenia y tendió un largo lazo para la caza de terroristas en
Moscú y otras ciudades que ha levantado denuncias de persecución
étnica de oriundos de esa región del Cáucaso.
El presidente Vladímir Putin llamó además a los países de la
Comunidad de Estados Independientes (CEI) a unirse en torno a Rusia
para luchar contra el terrorismo internacional en todo el espacio
potsoviético. «Cada uno por su cuenta» no podrá «erradicar el
terrorismo» en la CEI, alertó Putin en una reunión en el Kremlin
del Consejo de Seguridad a los seis días del asalto por un comando
suicida chechén a un teatro de Moscú que cambió el panorama
político del país.
El Kremlin acusó al presidente chechén deslegitimado por Moscú,
Aslán Masjádov, de al menos tener conocimiento previo de la toma de
rehenes, que acabó trágicamente con al menos 119 muertos. Como
resaca de un drama que ha traumatizado al país, el Kremlin se mueve
para apretar las tuercas en torno a la guerra de Chechenia. Putin,
quien tras los atentados del 11-S en EE UU había ofrecido a la
guerrilla chechena un diálogo de paz, ahora lo dio por muerto,
amenazó con castigar a los terroristas dentro y fuera de Rusia y
ordenó encomendar esta tarea a las Fuerzas Armadas.
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