Entretanto, opositores al Gobierno se agrupaban en una sede de
la estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) en Chuao, al este de
Caracas, para luego caminar «en silencio» hasta la zona pobre de
Petare en memoria de los caídos horas antes en la plaza de
Altamira. Al menos cinco personas murieron y otras 29 fueron
heridas durante un tiroteo en la plaza de Altamira, donde permanece
desde el 22 de octubre pasado el grupo de militares rebeldes que
exige la renuncia de Chávez a la Presidencia.
La violencia se produjo cuando un número impreciso de
pistoleros, según las primeras versiones policiales, arremetió a
balazos contra los manifestantes opositores que desde hace más de
un mes acuden a la plaza en apoyo a los uniformados rebeldes, sin
que se hubiera presentado ningún incidente hasta anoche. La policía
ha detenido hasta ahora a siete personas presuntamente relacionadas
con el atentado.
El presidente venezolano lamentó «muchísimo» la muerte de cinco
manifestantes opositores y pidió a las autoridades policiales
investigar «a fondo» el caso. Chávez llamó a los venezolanos a
seguir «respondiendo con mesura» a las provocaciones y los
supuestos llamamientos a la violencia, y abogó por la reanudación
de las negociaciones entre su Gobierno y la oposición para buscar
una salida electoral a la crisis nacional.
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