La Casa Blanca parece haber tomado esa decisión con el fin de
facilitar y fortalecer la labor de los inspectores de armas y
demostrar que «Bagdad miente». El presidente de EEUU, George W.
Bush, calificó ayer una vez más a Irak como «un grave peligro», e
insistió en el desarme de ese país como parte de la campaña contra
el terrorismo que Estados Unidos lleva a cabo desde los atentados
del 11 de septiembre de 2001 contra Washington y Nueva York.
Fuentes oficiales norteamericanas dijeron que, después de
sopesar la conveniencia de facilitar nueva y mayor información
confidencial a los inspectores de armas de la ONU para que puedan
cumplir mejor sus actividades en Irak, se ha decidido empezar a
entregar parte de los secretos obtenidos por los servicios de
espionaje. En principio, había reticencias a facilitar esta
información, de acuerdo con funcionarios cercanos al plan citados
ayer por los diarios «The Washington Post» y «The New York Times»,
por el temor a que esos datos pudieran caer en manos de las
autoridades iraquíes y pusieran en riesgo sus fuentes.
El jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, había
solicitado mayor cooperación estadounidense sobre los secretos que
posee acerca de la posibilidad de que Irak disponga de armas de
destrucción masiva, a pesar de que Bagdad sostiene que en su
informe sobre sus arsenales, de 12.000 páginas de extensión,
entregado el 7 de diciembre, está toda la verdad.
Blix insistió en que no se podía llevar a cabo de forma precisa
la inspección de centros iraquíes sospechosos de producir armas de
destrucción masiva sin contar con información de inteligencia
específica de EEUU. Superados en parte los temores estadounidenses
de que pueda ocurrir una posible filtración de datos del espionaje
por parte de los inspectores de armas, la Casa Blanca está ya lista
para empezar «el experimento» de la entrega de esa información
secreta, dijeron fuentes del Gobierno.
Un funcionario de Washington citado por «The New York Times»,
dijo que, como muy tarde, el lunes podría ser entregada a los
inspectores de las Naciones Unidas información de inteligencia de
alta calidad. La entrega se verificaría en la sede de la ONU en
Nueva York, y en las oficinas centrales del Organismo Internacional
de la Energía Atómica en Viena.
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