El Ejército israelí efectuó ayer una serie de redadas e incursiones
en campos de refugiados de la Franja de Gaza, donde destruyó 25
viviendas, mientras que dos palestinos, entre ellos un bebé de diez
días, y un israelí murieron en una nueva jornada de violencia.
Las incursiones de fuerzas blindadas y de infantería, en algunos
casos con el apoyo de helicópteros Apache, se registraron desde la
madrugada hasta media tarde, en los campos de refugiados de
Al-Bureij, Nuseirat y Al Mughazi, en el corazón de la banda
autónoma. El objetivo de las fuerzas israelíes era el arresto de
activistas de la resistencia palestina, aunque hasta ahora no se ha
informado de cuántos palestinos fueron detenidos en la Franja de
Gaza.
En las primeras horas, la presencia de las tropas israelíes
generó tiroteos en las zonas invadidas debido a la oposición armada
de milicianos palestinos, que trataron infructuosamente de frenar
el avance de los blindados. Testigos presenciales dijeron que los
milicianos fueron convocados por los altavoces de las mezquitas, y
que al menos ocho personas resultaron heridas en los tiroteos.
También resultaron heridos dos soldados cuyo vehículo
todoterreno recibió el impacto de un cohete anti-tanque, un ataque
del que más tarde se responsabilizó el brazo armado de la Yihad
Islámica, conocido como «Saraya Al- Quds» (Brigadas de Jerusalén).
También, las Brigadas de los Mártires de la Al-Aksa, el brazo
armado de Fatah, se responsabilizó de la explosión de una mina en
la zona después de que pasara una excavadora del Ejército. La otra
incursión israelí tuvo lugar en el campo de refugiados de Rafah, en
el sur de la franja de Gaza.
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