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EFE-ZAMBOANGA
El sur de Filipinas tembló ayer con las explosiones de dos artefactos que causaron al menos veinte muertos y 147 heridos, todos ellos filipinos. La primera bomba detonó en el área de espera de llegadas de vuelos nacionales del aeropuerto internacional de Davao, ciudad a unos 1.000 kilómetros al sur de Manila. La presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, calificó lo ocurrido como un «acto terrorista, que no saldrá impune», según informó la Oficina de la Presidencia, que precisó que la mandataria celebró una reunión con su equipo de asesores de seguridad para evaluar la situación. De momento, ningún grupo armado de los que operan en Mindanao o banda de delincuentes se ha atribuido la autoría.

Cuando se produjo la explosión, la zona estaba ocupada por más de un centenar de personas que esperaban el aterrizaje de un vuelo de Cebu Pacific, procedente de Manila. El alcalde de Davao, Rodrigo de Mesa, estaba en el aeropuerto en el momento de la explosión, pero se preparaba para tomar un avión para viajar a Manila. La «bomba», como la identificaron los funcionarios del aeropuerto, se encontraba dentro de una caja negra. El Centro Médico de Davao, donde han sido trasladados la mayoría de los heridos, informó de que 19 personas han muerto otras 144 se encuentran con heridas de diferente consideración, de ellas, una veintena de condición grave.