Por su parte, Tony Blair insistió en que Sadam «tiene que
desarmarse inmediatamente o se arriesga a graves consecuencias» y
añadió que será misión de la ONU administrar las riquezas minerales
iraquíes en beneficio de su pueblo, una vez derribado el actual
régimen de Bagdad. Por su parte, el primer ministro portugués y
anfitrión de la cumbre, José Manuel Durao Barroso, no dudó en
asociarse a la postura de sus invitados y dejó sentado que «si hay
un conflicto, Portugal estará al lado de sus aliados», aunque en la
actualidad no es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU.
«O Sadam se desarma por sí mismo o lo haremos por la fuerza»,
amenazó Bush. La cumbre concluyó sin una declaración de guerra,
pero también sin un nuevo plazo para Sadam Husein y con una
invitación a otras naciones a apoyarles. Asimismo, Bush advirtió
que una vez resuelta la guerra contra el régimen de Sadam, habrá
que considerar cambios en el sistema de organización de Naciones
Unidas para que funcione correctamente.
«Mañana (hoy) es el día», insistió Bush, que en la rueda de
prensa conjunta con sus aliados manifestó que «Sadam puede salir
del país. Esa es la decisión que puede tomar o también puede
desarmarse. Tiene que tomar decisiones». Bush concedió a las
Naciones Unidas un papel importante en el Irak post Sadam para
reconstruir el país y alentar la democracia», como se lee en una de
las dos declaraciones aprobadas en las Azores.
Todos los participantes coincidieron en que la resolución 1.441
del Consejo de Seguridad contiene todos los elementos que facultan
una intervención armada para obligar a Sadam Husein a desarmarse y
eliminar todas sus armas de destrucción masiva, que según Bush y
Blair suponen una grave amenaza «en manos terroristas».
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