Las votaciones pusieron fin a un interminable debate de diez horas
que fue abierto por Tony Blair, quien defendió la posición de su
Gobierno en la crisis iraquí e insistió en su discurso en que el
presidente iraquí es «una amenaza» para la paz y expresó su
malestar por la falta de apoyo de Francia a Londres y Washington.
La moción del Gobierno, que fue aprobada por 412 votos a favor y
149 en contra (de un total de 659 diputados), define a Irak como
una «amenaza para la paz internacional y la seguridad», acusa a
Bagdad de «violación flagrante de las resoluciones» de la ONU.
La moción de los rebeldes del Partido Laborista fue rechazada
por 396 votos, pero entre los 217 parlamentarios que votaron contra
la guerra figuran hasta 139 miembros del Partido Laborista de
Blair, es decir, más de los que desafiaron a su jefe de filas
durante la votación celebrada el 26 de febrero.
Por ello, Blair pidió a los diputados que demuestren que Reino
Unido está dispuesto a defender aquello que es justo. «Nos
enfrentaremos a los tiranos y terroristas que pongan nuestras vidas
en peligro, tendremos el coraje para hacer lo correcto»,
afirmó.
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