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EP/EFE-BRUSELAS
La escenificación que los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince realizaron el jueves de su vuelta a la unión de cara al futuro en la crisis iraquí quedó ayer en entredicho a pesar de los intentos de la presidencia griega. Alemania, Francia y Bélgica anunciaron su intención de celebrar en abril una cumbre tripartita en la que se abordará el futuro de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) de la UE. La Cumbre de Primavera debía suponer un punto de inflexión tras dos meses de tensiones entre Londres, París, Madrid y Berlín, pero las declaraciones de la mayoría de los líderes dejaron al descubierto que la amplia declaración pactada no acabará con la polémica.

El presidente del Gobierno, José María Aznar, inició su intervención aludiendo al carácter «ambicioso» del texto acordado sobre Irak porque implica haber llegado a un «acuerdo de futuro». Sin embargo, durante el Consejo, el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Tony Blair, celebraron un vis a vis para representar cierto acercamiento, aunque sus resultados serán muy limitados. Nada más acabar la reunión, Chirac recalcó que el ataque a Irak coloca a EEUU y Reino Unido fuera de «la legalidad internacional» y avanzó que «no aceptará» la propuesta británica de aprobar una nueva resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre la gestión de Irak tras la guerra.

«He oído hablar de esa resolución. Creo que sería un medio a posteriori de justificar la intervención militar» y de dar «a los beligerantes americanos e ingleses el poder de administrar Irak». Por otra parte, los líderes de Bélgica, Alemania y Francia, los países de la UE más opuestos al ataque estadounidense contra Irak, anunciaron ayer por sorpresa una «minicumbre» para acelerar la defensa común europea. «La UE necesita una política de seguridad y defensa común para ser creíble en la escena mundial», afirmó el canciller alemán, Gerhard Schroeder. Éste se congratuló de la iniciativa propuesta por el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, para celebrar el mes de abril una cumbre con sus colegas de Alemania y Francia.