El representante de UNICEF en Irak, Carel de Rooy, alertó ayer de
la falta de recursos de esta agencia de la ONU para afrontar la
crisis humanitaria en el país y auguró hambre a gran escala si la
guerra se prolonga, ya que las familias iraquíes tienen alimentos
para un mes.
Según explicó, los dos parámetros para medir el impacto humanitario
de la guerra serán el daño que sufran infraestructuras como la
electricidad, la canalización de agua y los hospitales y la
duración del conflicto, dado que las familias han guardado
alimentos para un mes y si pasa ese tiempo el hambre tendrá «un
impacto inmediato» sobre menores de cinco años y mujeres
embarazadas.
De Rooy ofreció una conferencia de prensa en la sede de comité
español de la agencia, en el marco de la visita que realiza a
varios países europeos para advertir de la grave crisis humanitaria
a la que se enfrenta la infancia y de la necesidad de que gobiernos
y sociedad civil aporten fondos de emergencia.
«Los países de la coalición tienen una responsabilidad muy clara
sobre los efectos humanitarios de esta guerra», aseguró De Rooy,
tras recordar que UNICEF sólo contó con diez millones de dólares
para preparar a la población antes del conflicto, cuando había
solicitado más de 140, y que ahora necesita 166 millones.
Además, añadió, si llega julio y agosto, cuando en Bagdad se
superan temperaturas de 55 grados, y hay problemas de
abastecimiento de agua, la diarrea puede hacer estragos.
El presidente del comité español, Francisco González-Bueno,
quien calificó la guerra de «desdichada, injusta e inconveniente»,
leyó el manifiesto en favor de los niños iraquíes redactado para
recaudar fondos ante un conflicto «iniciado sin el acuerdo del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas» y que «coloca en una
situación de riesgo extremo a la ya muy frágil población» del
país.
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