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Aviones B-52 de EEUU lanzaron seis «bombas de racimo nuevas, guiadas» de 450 kilogramos cada una sobre una columna de tanques que defendía Bagdad, informó ayer el Mando Central que dirige la campaña de Irak.

Las bombas denominadas CBU-105, según los militares estadounidenses, están diseñadas para «dispersar numerosas bombas para la destrucción de blindados» y se usaron por primera vez «para impedir que una columna de tanques siguiera avanzando» hacia las tropas estadounidenses que combaten a la Guardia Republicana iraquí.

Las bombas de racimo están cargadas con bombas más pequeñas que estallan a determinadas alturas y dispersan los artefactos explosivos. Cuando estos estallan cubren áreas enteras con esquirlas.

Numerosas organizaciones internacionales han reclamado su prohibición por el daño que causan, y porque muchas de las bombas menores permanecen en el suelo sin estallar y luego pueden causar heridas a los civiles, como si fueran minas terrestres, incluso después de la contienda.

Según los militares estadounidenses estas «nuevas bombas de racimo» son guiadas y se diseñaron para destruir blindados.

Por otra parte, Amnistía Internacional (AI) se mostró «profundamente preocupada» por el alto balance de civiles afectados desde el inicio del conflicto en Irak y por el uso de bombas de racimo en los ataques de EEUU contra zonas fuertemente pobladas.

Según un comunicado de la organización, ciertas informaciones indican que las fuerzas de EEUU utilizaron bombas de racimo en el ataque efectuado contra la ciudad de Al Hillá, en la provincia de Babilona, en el que al menos murieron 33 civiles, incluidos muchos niños, y alrededor de 300 resultaron heridos.

Por su parte, la Cruz Roja estimó que estas armas de destrucción indiscriminada no deberían ser usadas en zonas pobladas, ni contra objetivos militares.