El primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente de EEUU,
George W. Bush, se reunieron anoche en Belfast para tratar sobre el
futuro de Irak en un momento en el que las tropas de ambos países
avanzan en Bagdad y Basora. La cumbre de ambos líderes se celebró
en el castillo de Hillsborough, a las afueras de Belfast, protegida
por un estricto operativo de seguridad que ha apartado las
protestas pacifistas a más de tres kilómetros de distancia y que se
vio intensificado después de que ayer, horas antes de la llegada de
Bush, se produjeran dos amenazas de bomba, que resultaron ser
falsas.
En el momento en que Bush llegaba a Hillsborough, miles de
manifestantes se reunían a las puertas del perímetro de seguridad
para protestar, con tambores y cánticos, contra la «masacre
iraquí», según denunciaban muchas de las pancartas.
Bush y Blair posaron unos minutos para los fotógrafos y
posteriormente se encerraron en el castillo para una cena de
trabajo, la primera de los dos encuentros que tienen previsto
realizar hasta hoy. La cumbre implicará también al primer ministro
de Irlanda, Bertie Ahern, y a las principales fuerzas políticas
norirlandesas, pues se debatirá el proceso de paz para el Ulster,
al igual que el de Oriente Medio.
Pero, cuando el fin de la guerra contra Irak parece más cercano,
el asunto principal a debate será cómo se articulará la
reconstrucción de ese país. Blair y Bush difieren sobre el papel
que deberá tener la ONU una vez sea derrocado el régimen de Sadam
Husein. Tony Blair, con una opinión pública dividida y a ratos
hostil hacia la intervención militar, desea un papel más amplio
para Naciones Unidas en la era «post-Sadam» que permita suavizar
las heridas abiertas a causa de la guerra.
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