Los intensos bombardeos aéreos se reanudaron anoche en los
alrededores de Tikrit, después de algunas horas de interrupción,
según constató un periodista de la agencia France Presse. Los
ataques iban dirigidos contra el sur y el oeste de la ciudad, que
se encuentra a oscuras, donde al parecer están desplegadas las
fuerzas iraquíes. Todo ello con el fin de preparar el asalto
terrestre.
Según varios testigos, las fuerzas estadounidenses tomaron
posiciones al anochecer en las inmediaciones de la ciudad mientras
ésta era sobrevolada por helicópteros.
Tikrit era la última ciudad de importancia que permanecía en
manos de Sadam Husein. Franks anunció que ya no hay ninguna ciudad
iraquí que siga bajo control del régimen de Sadam. «No conozco
ninguna ciudad que quede bajo el control del Gobierno de Husein»,
señaló Franks, quien precisó que aunque las tropas de la coalición
han evitado varias localidades, se dirigirán a cada uno de los
lugares para asegurarse «de que no hay un último feudo en ellos del
régimen iraquí».
«Nunca volverá a haber un régimen en Bagdad controlado por Sadam
Husein o sus fieles. Este régimen es historia antigua para siempre.
Es un éxito enorme», señaló por su parte el secretario de Defensa
norteamericano, Donald Rumsfeld.
Tanto Franks como Rumsfeld destacaron que las tropas de la
coalición se han topado en su camino hacia Tikrit con muy poca
resistencia y que un gran número de personas han huido. De hecho,
los jefes de las 15 principales tribus que permanecen en esta
ciudad pidieron a las fuerzas estadounidenses el cese de los
bombardeos sobre la ciudad para poder negociar una rendición
pacífica. Incluso civiles armados en el centro de la ciudad
afirmaron estar dispuestos a rendirse.
Mientras las tropas estadounidenses culminan con su entrada en
Tikrit la conquista de Irak, los soldados en Bagdad tratan de
restablecer el orden en la ciudad, convertida en un caos tras la
caída del régimen de Sadam. Para tratar de suavizar la situación,
las fuerzas estadounidenses comenzarán a poner en marcha patrullas
conjuntas con la Policía iraquí.
Pero a pesar de los intentos de las tropas por controlar la
ciudad, continuaron los saqueos y los disturbios. La Biblioteca
Nacional de Bagdad, que albergaba originales de un valor
incalculable, fue incendiada por un grupo de saqueadores.
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