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El personal de las Naciones Unidas inició ayer un retorno progresivo a Irak, donde esperan que se ponga término a la situación de caos que está retrasando la llegada de la ayuda humanitaria.

No obstante, los equipos de ayuda se mostraban alentados por el establecimiento de patrullas que deberían mejorar la situación de seguridad.

La ONU ha anunciado que equipos de trece personas han partido hacia Dahuk, Arbil y Sulmanieya, ciudades en el norte de Irak, y que ampliarán a partir de esta semana la presencia en el sur del país y enviarán personal al este, donde se encuentran unos 30.000 desplazados.

El objetivo en el norte será prioritariamente ocuparse de los servicios básicos, la asistencia a desplazados y desactivar las minas.

Los equipos aumentarán en número en cuanto la situación de seguridad lo permita, según fuentes de la organización, que evacuó a todo su personal internacional de Irak días antes de comenzar el ataque militar de Estados Unidos y Reino Unido.

En el norte, la organización deberá recomponer la red de suministro que ya existía antes de la guerra, mientras que en el centro y sur tendrá que crear una nueva estructura, ya que el gobierno de Irak era el encargado de distribuir la ayuda en esas zonas.

En el sur, la situación actual es tan peligrosa que el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) prácticamente no han podido pasar del puerto de Um Qasar, al sur de Irak, para evaluar las necesidades humanitarias.

Por otra parte, el jefe del principal movimiento de oposición iraquí, Ahmed Chalabi, afirmó que Naciones Unidas, Francia y Alemania no tienen un papel que desempeñar en Irak porque están mal vistos en ese país, en una entrevista al diario francés «Le Monde». «No creo que la ONU pueda desempeñar un papel central en Irak porque se volvió aliada de facto de Saddam Hussein», estimó el jefe del Consejo Nacional iraquí (CNI).