Según advirtió el jefe de la Oficina de la ONU para la
Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Ali Muktar Farah, «si
los combates continúan este fin de semana, miles de liberianos
podrían morir», y no sólo por los enfrentamientos, sino también por
culpa de la falta de agua potable y alimentos. La población de
Monrovia, capital de la convulsionada Liberia, continúa atrapada en
el fuego cruzado entre las tropas del Gobierno y los rebeldes que
buscan derrocarlo, mientras todos esperan que llegue una fuerza
multinacional de paz.
Los tiroteos con armas pesadas y verdaderos «duelos» de morteros
continuaron ayer en distintas partes de la ciudad y varias personas
(entre tres y siete muertos, según diferentes versiones) murieron y
decenas resultaron heridas cuando un proyectil de artillería hizo
impacto en una iglesia protestante en el centro de Monrovia repleta
de desplazados.
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