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EP-BAGDAD
Miles de chiíes acudieron ayer en Nayaf (175 kilómetros al sur de Bagdad) a los funerales de los guardaespaldas y el chófer del ayatolá Mohamed Sid al Hakim, muertos el domingo en un atentado perpetrado contra el dignatario, mientras el administrador estadounidense en Irak, Paul Bremer, advertía sobre la infiltración de terroristas en el país.

Los más importantes ayatolás de la Hawza (la máxima autoridad religiosa chií) encabezaban el cortejo en la plaza de la Revolución de 1920, que conmemora la revuelta de los chiíes contra los británicos.

El riesgo de atentados ha obligado al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) a reducir a la mitad la presencia de su personal extranjero, de modo que mantendrá a 50 empleados extranjeros y 700 locales, mientras el resto será evacuado a países vecinos o al norte de Irak. Después del atentado del 19 de agosto contra la ONU en Bagdad, que mató a 23 personas, las Naciones Unidas funcionan también con un 50% de su personal extranjero.

La red terrorista internacional Al Qaeda se atribuyó la autoría del atentado del martes pasado contra la sede de la ONU en Bagdad, que causó 24 muertos y decenas de heridos, según informó ayer el diario árabe internacional «Al Hayat».