El máximo tribunal decidió el año pasado que los jurados, y no
lo jueces, son los que pueden dictar la pena de muerte. Sin
embargo, el Tribunal Supremo no clarificó si la decisión tenía o no
carácter retroactivo, es decir, si afectaba a los presos ya
condenados y a los que los jueces, en lugar de los jurados, habían
condenado a pena de muerte en Arizona, Idaho, Montana, Colorado y
Nebraska.
El tribunal de San Francisco, en una decisión por ocho votos a
favor y tres en contra, decidió ayer que a los presos a los que
sentenció un juez se les debe conmutar la sentencia por la cadena
perpetua. La decisión de este tribunal, uno de los más liberales de
EEUU, afecta a los presos de todos Arizona, Idaho y Montana, ya que
no tiene jurisdicción sobre Nebraska y Colorado, que dependen de
otra instancia federal de apelaciones.
«Cuando decidió que los jueces no tienen poder, de acuerdo con
la Constitución, para dictar sentencias de pena de muerte, el
Tribunal Supremo alteró los principios fundamentales en los que se
basan los juicios de pena capital», señaló el juez Sidney R.
Thomas.
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