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El anuncio, rechazado de antemano por el Gobierno de Cuba, agudizó el polarizado debate sobre un cambio de régimen en la isla.

También se incrementarán las emisiones de Radio y TV Martí hacia Cuba, para romper el monopolio informativo del régimen cubano.

En una ceremonia en la Casa Blanca, Bush afirmó que su Gobierno hará cumplir las restricciones de viaje a Cuba, porque el «turismo ilegal perpetúa la represión» en ese país.

También mejorará el proceso de identificación de los refugiados que huyen de la isla y promoverá su entrada a EE UU por la vía «segura y legal», aunque no precisó si aumentará el límite de 20.000 visados anuales.

Además, anunció la creación de una Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, presidida por los secretarios de Estado, Colin Powell, y de Vivienda, Mel Martínez, con el objetivo de acelerar y planificar la transición democrática en Cuba.

«Claramente, el régimen de Castro no cambiará por su propia cuenta, pero Cuba debe cambiar... los gobiernos represivos temen a la verdad» y estas medidas buscan agilizar la democracia en Cuba, explicó Bush. «Cuba será pronto libre. De nuevo, Cuba libre», proclamó Bush en español.

Altos cargos del Gobierno y congresistas republicanos, entre ellos Martínez, insistieron en que el anuncio no tiene visos electorales, porque Bush «siempre ha sido amigo de la causa de la libertad en Cuba».