Un atentado contra un tren en Faluya fue aprovechado por cientos de iraquíes para asaltarlo.

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AGENCIAS-NUEVA YORK/BAGDAD
La violencia ha llevado a una retirada «temporal» de lo que resta del personal internacional de la ONU en Bagdad, que supone un nuevo revés para las operaciones humanitarias y acrecienta la sensación de caos existente en el país. La medida, anunciada ayer, no afectará al grupo de funcionarios internacionales (entre 30 y 40) desplegado en el norte de Irak, fundamentalmente Erbil, pero dejará el grueso de las operaciones en Bagdad en manos de los empleados locales.

La portavoz adjunta de la ONU, Maria Okabe, insistió ayer en que «no se trata de una evacuación», y que la docena de empleados internacionales que estaba en Bagdad «ha sido llamada a consultas, para reconsiderar nuestras operaciones en Irak, y qué es lo que debemos hacer para permanecer allí». Este último repliegue se produce tras la cadena de atentados suicidas ocurrida el pasado lunes, primer día del Ramadán contra la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y cuatro comisarías de policía, en los que al menos 42 personas murieron y cerca de 240 resultaron heridas.

Tras esos atentados, el CICR anunció que reducirá el número de trabajadores extranjeros en Irak. La ONU llegó a tener más de 600 funcionarios internacionales en Irak a principios de agosto pasado, pero redujo de forma drástica su presencia tras el atentado contra su sede, que costó la vida a 22 personas, entre ellas su máximo representante, Sergio Vieira de Mello. Mientras, la violencia continúa en Irak. Un artefacto explotó ayer al paso de un convoy estadounidense en el centro de Bagdad y causó daños a un vehículo militar. La explosión se produjo cerca del antiguo aeropuerto Al Muthana. Asimismo, otro explosivo estalló ayer al paso de un convoy militar norteamericano en la ciudad de Mosul (norte de Irak). La bomba no causó daños ni heridos.