Este aislamiento supondrá, además, la separación de casi 7.000
palestinos de sus granjas, sus empleos o sus escuelas.
Sin embargo, Israel rechaza las conclusiones de este estudio,
diciendo que es incorrecto, e insiste en que la barrera es
necesaria para prevenir más atentados suicidas, si bien la causa de
la controversia no es el muro en sí, sino su trazado. Los críticos
alegan que la barrera -que es una combinación de una cerca y una
pared- no sigue la línea fronteriza existente entre Israel y
Cisjordania, por lo que acusan al Gobierno de Sharon de arrebatar
territorios para influir en las fronteras políticas del futuro.
El Gobierno israelí señala que este informe de la ONU es una
idea inexacta de la ruta de la cerca y que además no tiene en
cuenta el hecho de que tendrá puertas por las cuales los palestinos
podrán entrar y salir de sus hogares.
Además, Israel apunta que la Asamblea General de la ONU está en
su contra dado que «gran parte de los países que la componen son
naciones musulmanas o árabes».
Por su parte, el primer ministro israelí se mostró ayer
partidario de un un aligeramiento de la presión ejercida sobre los
palestinos para evitar un colapso de la Autoridad Palestina (AP)
que obligaría a Israel a hacerse cargo de las necesidades de la
población en los territorios.
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