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JUDITH MORA-LONDRES
Gritos de júbilo y aplausos acompañaron ayer el derribo de la efigie del presidente de EEUU, George W. Bush, en la plaza londinense de Trafalgar, en un acto de protesta contra su visita que congregó a cientos de miles de personas. Tras una emocionada cuenta atrás, a la de diez, los organizadores echaron abajo una impresionante estatua de seis metros, hecha en papel maché pintado de cobre y negro y que abrazaba un amenazador misil. Los manifestantes parodiaron con el derribo de la estatua la destrucción de la estatua de Sadam Husein el pasado 9 de abril en Bagdad, que ha quedado como el símbolo de la caía del régimen iraquí. La presencia policial fue muy pronunciada. El dispositivo desplegado durante estos días en Londres se compuso de 14.000 policías, lo que supone la mayor operación de la historia en Reino Unido para proteger a un presidente de Estados Unidos.

«Abajo con Bush», «Abajo con Blair», gritaban los manifestantes reunidos en la céntrica plaza antes del momento culminante. Cuando éste llegó y la efigie mordió el polvo, hacia las cinco y media de la tarde, niños y adultos estallaron en vítores eufóricos. El derribo de la estatua fue el acto final de una manifestación que empezó en el centro de Londres, pasó por Whitehall, donde está la sede del Gobierno; frente al Parlamento, en Westminster, y acabó en la plaza de Trafalgar.

Estuvo protagonizada por unas trescientas mil personas, según la Coalición Parad la Guerra, que organizó el acto, o ciento diez mil según la Policía. Lo cierto es que los que fueran hacían ruido, casi tanto como los helicópteros de las fuerzas del orden que sobrevolaron la marcha sin pausa, en apoyo a los cinco mil policías desplegados. «Espero que George W. Bush se dé cuenta de que no es bienvenido en Londres», dijo a EFE John Pipal, antiguo ciudadano estadounidense que adquirió nacionalidad británica después de la guerra en Vietnam. «Es un criminal que, junto con su colega Blair, llevó a cabo una guerra ilegal e inmoral en Irak», añadió.