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El primer ministro italiano y presidente en ejercicio del Consejo Europeo, Silvio Berlusconi, presentó hasta tres «ideas distintas» sobre el reparto de poder, que nunca tuvieron el visto bueno de todos los Estados miembros, ya que Francia, Polonia, Alemania y España se opusieron en algún momento, según indicaron fuentes diplomáticas. Al final, la partida decisiva de la CIG (Conferencia intergubernamental para la reforma de los tratados) quedó sentenciada de forma abrupta tras una serie de entrevistas bilaterales infructuosas que no permitieron a la Presidencia encontrar un punto medio entre los dos bandos en conflicto.

El plenario no llegó a reunirse una segunda vez para examinar ninguna nueva propuesta global de compromiso sobre el texto constitucional, pese a lo anunciado el viernes por Berlusconi. El nuevo sistema de votación propuesto por la Convención Europea que preparó durante dieciséis meses el borrador de Constitución aumentaba el poder de los estados más poblados en el Consejo de ministros, por medio de un nuevo mecanismo de voto basado en la «doble mayoría» (más de la mitad de los estados que representen al menos al 60% de la población). En vísperas de la más grande ampliación de la historia de la UE, que comprenderá diez estados del centro y este de Europa, todos ellos «pequeños» menos Polonia, la Alemania unida, con 82 millones de habitantes, se veía atribuir el 45'2% de la capacidad de bloqueo en la toma de decisiones.

Los estados «pequeños» (19 en total, de Holanda para abajo) también ganaban con la «doble mayoría». Sólo España y Polonia, a los que el Tratado de Niza (2000) respetó su peso en el Consejo como estados «intermedios», perdían un considerable poder con esta operación de ajuste de los votos. Pero, según dijo el propio Berlusconi, tanto España como Polonia se mostraron dispuestos a realizar «aperturas» en esta fase última de la negociación. Toda la dificultad del ejercicio consistía en realidad en otorgar a Alemania lo que le correspondía, pero no a expensas de España. Todas estas opciones y otras muchas «imaginativas», como confirmó Berlusconi, fueron examinadas en las reuniones bilaterales o «confesionarios» pero algunos no consideraron suficientes las concesiones españolas y polacas. «No ha sido posible un acuerdo», constataría, por su parte, el presidente de la CE, Romano Prodi. «Habría sido a la baja y esto ninguno lo quería.