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FERNANDO PAJARES-LONDRES
Por los pelos, esto es, por apenas cinco votos, el primer ministro británico, Tony Blair, ganó ayer la votación en el Parlamento sobre las matrículas universitarias, su primer gran reto político de la semana. Hoy mismo, Blair deberá afrontar su segundo desafío: las conclusiones de la investigación del juez Brian Hutton sobre la muerte del científico David Kelly, el hombre a quien la BBC usó como fuente cuando acusó al Gobierno de haber exagerado la amenaza iraquí para justificar la guerra.

Aunque triunfo, se trata de una victoria casi pírrica porque Blair presenció anoche la mayor rebelión de su propio partido en los seis años largos que lleva en el Gobierno. En realidad fue la mayor rebelión contra un Gobierno de este país desde el año 1945. Hay que tener en cuenta, además, que el grupo parlamentario laborista dispone de una mayoría de nada menos que 161 escaños en la Cámara de los Comunes.

Pero ayer el jefe del Gobierno se salvó de una derrota parlamentaria que hubiera sido apenas la cuarta que sufre un Gobierno de este país en más de un siglo. El proyecto de ley de matrículas universitarias consiguió el apoyo de 316 diputados frente a 311, lo que significa que hasta 71 parlamentarios laboristas votaron contra el Gobierno.

La nueva Ley de Educación Superior permitirá a las universidades británicas cobrar matrículas de hasta 4.400 euros a los estudiantes, si bien podrán optar a que el Estado les adelante el pago hasta que, ya trabajando, estén en condiciones de devolverlo. Tanto Blair como buena parte de sus ministros se empeñaron hasta ultimísima hora en convencer -a base de concesiones- a buena parte de los rebeldes para no sufrir una humillante derrota en la Cámara de los Comunes.