TW
0

EFES-TEHERÀN
La crisis política en Irán se ha agravado después de que el influyente Consejo de Guardianes de la Constitución (CGC) haya rechazado levantar su veto sobre más de 2.000 candidatos reformistas, así como postergar las elecciones del próximo 20 de febrero.

Sin embargo, el Gobierno de Mohamed Jatami, que tenía previsto celebrar una sesión de emergencia para estudiar qué pasos tomar, tuvo que cancelarla después de que Jatami fuera hospitalizado por un dolor de espalda que le tendrá varios días alejado de la actividad política.

Jatami había dicho que su gobierno está dispuesto a celebrar «elecciones libres y competitivas».

La agencia IRNA publicó ayer un desmentido a unas anteriores declaraciones de Jatami, en las que había dicho que el proceso había llegado a un «punto muerto».

Sin embargo, Jatami sí dijo que «ningún candidato debe ser destruido; no: debe ser libre», al igual que dijo que «el gobierno debe estar en manos del pueblo, y no enfrentado a él».

Fiel a su estilo conciliatorio, Jatami no quiso ir más lejos ni amenazó con boicotear los comicios, pero sí lo hizo su ministro del Interior, Abdelvahid Musavi Leri, presente junto a él en el mismo acto.

«Dada la ausencia de competición en la mitad de los colegios electorales...las elecciones serán ilegales», dijo Musavi Leri, quien fue más lejos y, a preguntas de si su ministerio pensaba organizar los comicios, respondió tajante: «Eso, por supuesto, está descartado».

«El gobierno tiene el derecho de anular las elecciones si entiende que las votaciones van contra el interés nacional», explicó, y señaló que para que eso no sucediera debería permitirse al pueblo «votar por los candidatos deseados.