Mientras, el Gobierno de Taiwán no logró convencer a los isleños
para que votarán ayer en masa en un referéndum, en el que debían
defender la compra de armas para defenderse de la amenaza china y
aprobar negociaciones paritarias con Pekín, algo que enojaba a la
China continental.
Lien, que pidió calma y moderación a sus seguidores, dijo no
acatar los resultados dado que durante el proceso electoral se
habían producido injusticias y numerosas irregularidades.
Se refería así al atentado contra el presidente Chen y la
vicepresidenta, Annette Lu, en el que resultaron heridos leves la
víspera de los comicios, cuando protagonizaban un acto de campaña
en la sureña ciudad de Tainan, un hecho que pudo influir en el voto
de los electores.
Ahora el Alto Tribunal de Taiwán tiene seis meses para decidir
si aprueba o no la solicitud de la oposición política, que para que
prospere debe presentar pruebas ante el Supremo de las denuncias
realizadas al término de la jornada electoral.
La oposición, que hasta el pasado jueves lideraba los sondeos de
intención de voto, alega que no hubo transparencia a la hora de
informar sobre las circunstancias del atentado y que el Gobierno
impidió votar a 200.000 soldados que se iban a decantar en las
urnas por el Kuomintang y que debieron hacer frente a las medidas
de seguridad extraordinarias puestas en marcha por el
Ejecutivo.
El doble referéndum convocado por el presidente Chen Shui-bian,
que coincidió con las elecciones presidenciales, no logró el apoyo
popular suficiente, según anunció la Comisión Central Electoral al
término del recuento de votos.
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